La educación infantil
Características esenciales de la pedagogía Steiner/Waldorf para el niño desde su nacimiento hasta los siete años
El desarrollo futuro de cada niño y de la humanidad en su conjunto depende de las experiencias saludables que se produzcan en los primeros siete años de vida. Una atmósfera de calidez amorosa y orientación que promueva la alegría, el asombro y la reverencia apoya ese desarrollo saludable. El aspecto más esencial del trabajo con el niño pequeño es la actitud interior del educador, que proporciona el ejemplo para la imitación del niño. Por lo tanto, el trabajo del educador Waldorf exige un proceso continuo de investigación y autoeducación que incluye el estudio antroposófico, la práctica meditativa y la actividad artística y práctica.
En los jardines de infancia Waldorf, en los centros de atención domiciliaria, en los centros para familias e hijos y en otros entornos, se sientan las bases para el aprendizaje posterior y el desarrollo saludable, incluyendo el crecimiento físico, social, emocional, intelectual y espiritual para toda la vida.
Esta educación, basada en la comprensión del desarrollo de la individualidad humana, ofrece protección y respeto a la dignidad de la infancia. Incluye una comprensión del desarrollo del niño desde antes de nacer hasta los siete años, incluyendo la importancia única del desarrollo del andar, el hablar y el pensar en los tres primeros años de vida.
Las actividades de la pedagogía Waldorf para la primera infancia tienen en cuenta las necesidades de desarrollo específicas de cada edad de los niños pequeños, desde un enfoque en la actividad física a la voluntad en los tres primeros años, luego en el juego imaginativo en los años intermedios de la primera infancia, y más tarde un enfoque más cognitivo del aprendizaje después cuando el niño entra en la escuela.
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Principios educativos
Los programas basados en el método Waldorf pueden diferir según la geografía, la cultura, el tamaño del grupo, el rango de edad y el enfoque pedagógico individual. A pesar de estas diferencias, los programas Waldorf comparten ciertas características fundamentales:
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Interés amoroso y aceptación de cada niño.
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Oportunidades para el juego autoiniciado con materiales de juego sencillos como actividad esencial para los niños pequeños. Este es el “trabajo” del niño pequeño y le permite digerir y comprender sus experiencias.
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Conciencia de que los niños pequeños aprenden a través de la imitación, de la experiencia de diversas impresiones sensoriales y del movimiento. Su inclinación natural es explorar activamente su entorno físico y social. El entorno ofrece límites, estructura y protección, así como la posibilidad de asumir riesgos y afrontar retos.
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Centrarse en las experiencias reales más que en las virtuales para ayudar al niño a formar una relación sana con el mundo.
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Actividades artísticas como la narración de cuentos, la música, el dibujo y la pintura, los juegos rítmicos y el modelado que fomentan el desarrollo saludable de la imaginación y la creatividad.
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Trabajos prácticos significativos, como cocinar, hornear, cultivar el jardín, hacer trabajos manuales y actividades domésticas, que proporcionan oportunidades para desarrollar las capacidades humanas. Aquí se hace hincapié en los procesos de la vida más que en los resultados del aprendizaje.
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Ritmos predecibles a lo largo del día, la semana y el año que proporcionan seguridad y un sentido de las interrelaciones y la integridad de la vida. Las fiestas estacionales y de otro tipo se celebran de acuerdo con el entorno cultural y geográfico.
Reconocemos que el desarrollo saludable del niño se desarrolla más plenamente en el contexto de una comunidad con relaciones sociales sanas entre familias, maestros y niños. En nuestros procesos administrativos, financieros y de dirección, trabajamos en colaboración y no de forma jerárquica. Los programas Steiner/Waldorf para la primera infancia no tienen ánimo de lucro, como expresión de la vida cultural libre, y no se basan en el interés o el beneficio personal. Los educadores Waldorf se esfuerzan por crear este tipo de comunidades conscientes y colaborativas en torno a los niños que tienen a su cargo y ven su actividad como parte de un impulso cultural mundial.
Los miembros del Consejo de IASWECE (educadores y formadores para la educación en 37 países) prepararon esta declaración en la que se describen lo que consideramos que son las características esenciales de un jardín de infancia Waldorf. Esperamos que este documento sea una referencia útil para quienes trabajan en el desarrollo de instituciones y centros Waldorf para la primera infancia en todo el mundo.
Características esenciales de la educación infantil Steiner/Waldorf para el niño desde su nacimiento hasta los tres años
Los tres primeros años de vida son únicos. El niño está totalmente abierto y confiado hacia el mundo, por lo que depende de cómo se satisfagan sus necesidades. El cuidado del niño menor de tres años requiere cualidades muy específicas. Requiere adultos que se esfuercen constantemente por desarrollar sus cualidades anímicas y espirituales.
Comprendiendo y satisfaciendo respetuosamente las necesidades del niño podemos construir conscientemente la vida cotidiana. Esta comprensión debe penetrar en nuestra actitud y actividad. El adulto tiene que ser consciente de lo que significa ser un modelo, porque el niño vive en la imitación, como su principal forma de aprendizaje. Es importante desarrollar un vínculo estrecho y continuo entre el cuidador y el niño.
A través de un ritmo diario consciente, el niño es guiado hacia la vida, que debe basarse en un trabajo auténtico. También hay que tener en cuenta que el niño necesita mucho tiempo para explorar el mundo exterior, conocer a los demás, encontrarse a sí mismo, desarrollar todos los sentidos, especialmente los del tacto, la vida, el movimiento y el equilibrio.
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Principios educativos
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La actitud del adulto: es importante cultivar una actitud de confianza, apertura y gratitud hacia el niño y la vida. Es necesario comprender la importancia de las actividades significativas, tanto para uno mismo como para el propio desarrollo de habilidades, como para el trabajo (cocinar, limpiar, lavar, jardinería, etc.) y caminar y explorar la Naturaleza.
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El entorno del niño: para satisfacer las necesidades del niño, el entorno tiene que ser tranquilo, sencillo, cálido, pacífico. Debe permitir una exploración segura. Los juguetes deben ser sencillos y estar hechos de materiales naturales.
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La vida cotidiana rítmica: está impregnada de la comprensión de la necesidad del niño, de la calidad y cantidad de su descanso y sueño y de un buen ambiente a su alrededor.
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Una alimentación sana.
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Movimiento y vivencia en la naturaleza, incluyendo el paseo como actividad diaria.
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Cuidados llenos de calidez, presencia del ser y alegría: esto hace posible que el niño se sienta seguro y protegido, y así desarrolle una autoestima sana.
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Encuentros entre adultos: el niño aprende a conocer el mundo relacionándose con los demás. Por eso, cualquier encuentro debe ser respetuoso, afectuoso y profesional, ya sea con niños o con adultos. El desarrollo saludable del niño se fomenta más plenamente en el contexto de una comunidad con relaciones sociales sanas entre familias, maestros y niños. Los educadores Waldorf se esfuerzan por crear comunidades conscientes y colaborativas en torno a los niños a su cargo y a su actividad como parte de un impulso mundial.